Por tercer año consecutivo, las autoridades de Estambul han prohibido por motivos falsos la marcha del Orgullo de esa ciudad, históricamente el mayor evento que celebran las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) y simpatizantes en Turquía. La policía recurrió ayer al uso excesivo e innecesario de la fuerza contra las personas que trataron de marchar pacíficamente a pesar de la prohibición.

El acto, que se había celebrado con éxito todos los años durante más de un decenio y que atraía a decenas de miles de participantes, fue utilizado una vez por las autoridades como ejemplo de su respeto por los derechos. El reiterado bloqueo de la marcha del Orgullo de los últimos años es otro ejemplo más de la intolerancia de las autoridades a la disidencia y la diferencia, del deterioro de la situación de los derechos humanos en Turquía en general y de la falta de respeto por los derechos LGBTI.

La oficina del gobernador de Estambul emitió una declaración el 24 de junio, víspera de la marcha, alegando la necesidad de proteger la seguridad de los y las participantes y turistas de la zona, y de mantener el orden público, y que no se había notificado debidamente la marcha. La prohibición se impuso a pesar de que el comité organizador había notificado a las autoridades y entablado un diálogo con ellas semanas antes de la fecha prevista. Aunque existen motivos legítimos para limitar el derecho a la libertad de reunión pacífica, la prohibición de las autoridades y las razones citadas son directamente contrarias a sus obligaciones respecto de este derecho, protegido por las normas internacionales, entre ellas el Convenio Europeo de Derechos Humanos, y por la propia Constitución turca. Amnistía Internacional considera que la prohibición es un intento flagrante de las autoridades de impedir que se oigan las voces de las personas LGBTI y de sus simpatizantes, lo que viola su derecho a la libertad de expresión y de reunión pacífica.

Ayer, una enorme operación policial —en la que participaron cientos de policías vestidos de civil y antidisturbios, camiones con cañones de agua y un helicóptero— bloqueó efectivamente la zona donde iba a celebrarse la marcha. La policía también bloqueó las calles laterales y negó el paso a las personas a las que consideraron posibles participantes. Al mismo tiempo que la operación policial impedía que las personas que deseaban participar en la marcha se reunieran en un solo grupo, la policía recurrió al uso innecesario y abusivo de la fuerza —incluidos perros, gas lacrimógeno y perdigones— contra pequeños grupos de personas que intentaban celebrar el Orgullo. El equipo de observadores de Amnistía Internacional también fue testigo de cómo la policía detenía de forma arbitraria, aparentemente al azar, a personas de los grupos reunidos. Abogados y abogadas dijeron a Amnistía Internacional que se había detenido a 26 personas,

entre las que había dos menores y al menos un periodista que cubría el evento, que fueron puestas en libertad posteriormente. Según las informaciones, la policía también detuvo brevemente a alrededor de 15 contramanifestantes.

Amnistía Internacional pide a las autoridades que no enjuicien a las personas participantes en el Orgullo de Estambul detenidas y que garanticen que se defiende y se respeta el derecho a la libertad de reunión pacífica de todas las personas, incluidas las que participan en las marchas del Orgullo. 

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