Después de la primavera árabe y de una persistente crisis de derechos humanos en Oriente Medio y el Norte de África, la juventud de la región está impaciente por desempeñar un papel protagonista en la creación del cambio. Al mismo tiempo, le cuesta acceder a las herramientas necesarias para transformar la sociedad y tiene vedado el camino de aprendizaje por quienes ejercen el poder.
En Oriente Medio y el Norte de África, defensores y defensoras de los derechos humanos se enfrentan a importantes amenazas para su seguridad en su lucha por defender los derechos humanos. Dependiendo del país, simplemente asistir a un curso o taller sobre derechos humanos puede dar lugar a la expulsión, la prohibición de viajar o incluso la cárcel. La realidad del camino hacia el cambio varía radicalmente de un país a otro, pero muchos defensores y defensoras de los derechos humanos viven en situación de peligro, en la que a menudo influyen el conflicto y la represión.
Teniendo esto presente, el equipo de Educación en Derechos Humanos de Amnistía Internacional decidió elaborar un plan sobre cómo apoyar a estos agentes de cambio. Mazen Jaber, coordinador regional para Oriente Medio y Norte de África, afirma que estaban “buscando la manera de ayudar a amplificar las voces de una generación que pide un cambio y desarrollar su capacidad para movilizarse localmente”.
Con esta meta, el equipo fundó la Academia de los Derechos Humanos de Amnistía, una plataforma online para poner la formación y educación en derechos humanos al alcance de personas de todo el mundo de manera gratuita. Cualquier persona, sin que importara su ubicación, educación o clase social, ya podía acceder a estos conocimientos y formarse. De este modo, los/as activistas en riesgo de sufrir represión y hasta sanciones por participar en talleres podían hacerlo tranquilamente desde sus teléfonos u ordenadores.
Para englobar la diversidad de situaciones que afrontan los/as activistas en la región de Oriente Medio y Norte de África, Jaber y su equipo elaboraron un plan basado en tres elementos clave: aprendizaje online independiente y al ritmo que se desee, formación avanzada sobre cómo documentar violaciones de derechos humanos y herramientas online e iniciativas cara a cara para facilitar y promover el activismo juvenil.
Aprender online sobre los derechos humanos
El primer elemento clave es el aprendizaje online. La Academia de los Derechos Humanos de Amnistía Internacional ofrece la oportunidad de aprender sobre los derechos humanos así como herramientas para defender, proteger y reivindicar los propios derechos y los de otras personas. Es una plataforma única que permite aprender gratuitamente y al ritmo que se desee. El único requisito es tener conexión a Internet.
La Academia tuvo una cálida acogida y pronto alcanzó la cifra de 35.000 estudiantes en Oriente Medio y Norte de África, en países de alto riesgo y de bajo riesgo. La plataforma ha llegado a activistas de países donde Amnistía no tiene presencia, permitiendo que la educación en derechos humanos alcance a nuevas audiencias.
Un estudiante online de Yemen se sincera sobre su experiencia de aprendizaje en la Academia:
“La plataforma de la Academia educa a generaciones sobre sus derechos humanos, y los usuarios/as pasan un rato muy agradable estudiando los diversos cursos. Asimismo ofrece a todo el mundo unas nociones sobre cómo defender los derechos humanos, desde los derechos individuales hasta los derechos de las comunidades en su conjunto. Además, a través de sus programas educativos, la plataforma ayuda a crear una generación consciente de la necesidad de establecer los valores de la justicia y que sabe cómo usar las diversas herramientas de expresión en defensa de los derechos humanos y cómo expresar solidaridad con las personas oprimidas en todo el mundo.”
Una experiencia de aprendizaje de acceso abierto ha sido fundamental para llegar a nuevas audiencias. Los/as estudiantes se han visto atraídos/as por la posibilidad de apuntarse a cursos y recibir certificados a distancia sin ningún coste, a diferencia de otras muchas plataformas de aprendizaje. Sobre todo, los/as estudiantes aprecian que los cursos aborden temas y causas con los que tienen un compromiso personal.
También se ha logrado la participación de estas nuevas audiencias a través de las redes sociales. El número de seguidores en la región ha crecido, de 15.000 a principios de 2017, a 21.000 sólo un año después. Los/as activistas de Oriente Medio y Norte de África utilizan las redes sociales como herramienta básica para comunicar y organizar acciones.
“La academia online ha permitido entablar relaciones con una audiencia a la que no era posible llegar de otro modo —dice Jaber —. Hemos abierto canales con personas que están expresando su deseo e interés en promover los derechos humanos y apoyar a Amnistía de todas las formas posibles. Se han unido 10.000 estudiantes como miembros internacionales de la organización.”
Otra persona de Yemen explica cómo les ha ayudado la Academia: “Agradezco los esfuerzos de Amnistía Internacional para formar comunidades culturales que creen en la existencia de los demás y promueven estos valores sin descanso por todo el mundo. Actualmente soy estudiante de la Academia de los Derechos Humanos, y ya he obtenido mi primer certificado en Derechos de las personas refugiadas. Gracias a la Academia he adquirido valiosos conocimientos que ahora estoy viendo cómo aplicar para servir a toda la humanidad.”
En una región donde el espacio para el activismo y la libertad de expresión se está reduciendo, la Academia actúa como plataforma para establecer vínculos más seguros entre activistas y a la vez fomenta el debate en un entorno relativamente seguro.
Documentar violaciones de derechos humanos
El siguiente elemento clave es un programa de formación específicamente dirigido a defensores y defensoras de derechos humanos sobre el terreno. Esta formación es única por su carácter “mixto”, es decir, que se imparte dentro y fuera de Internet; de esta manera, los/as estudiantes pueden acceder a lo mejor de los ambos enfoques educativos. Primero reciben cursos online y después asisten a un curso presencial de una semana de duración que les permite adquirir las habilidades necesarias para documentar violaciones de derechos humanos, recopilar pruebas y realizar entrevistas de manera satisfactoria. Por último, desarrollan un proyecto práctico de bajo riesgo y reciben apoyo y orientación (coaching) de personal investigador de Amnistía durante un periodo de 4-6 semanas.
Con este enfoque de la formación se ha conseguido mejorar la documentación y el seguimiento de la situación de los derechos humanos en países donde Amnistía no tiene presencia y donde las personas experimentadas en la investigación y defensa de los derechos humanos sufren restricciones de acceso a la información o han tenido que abandonar su país. Gracias al trabajo de estos/as activistas con formación, una nueva generación de defensores y defensoras de los derechos humanos está consiguiendo que se descubran y aborden muchas cuestiones de derechos humanos que podrían pasar inadvertidas.
Un elemento clave de este programa, como en cualquier otro proceso de aprendizaje implementado en la región de Oriente Medio y Norte de África, es la formación en materia de seguridad, que debe ser integrada. Capacita a los/as activistas para analizar los riesgos que corren y les enseña a protegerse, dentro y fuera de Internet.
Jaber recuerda a dos participantes de Irak que expresaron su agradecimiento por este elemento: “Trabajamos estrechamente con ellos en el desarrollo de un plan de seguridad concreto, en el que tenían que elaborar una lista con tres personas de contacto y acordar con ellas lo que debía suceder en determinadas situaciones. Durante una manifestación, la red de seguridad se activó según lo previsto cuando uno de ellos no respondió a las comunicaciones. Si no hubieran tenido ese plan, la situación podría haberse vuelto muy difícil para ellos”.
Centrarse en la juventud
El tercer elemento clave es combinar la educación en derechos humanos con trabajo de campaña nacional y global, reuniendo a jóvenes activistas de edades comprendidas entre 18 y 24 años para debatir sobre los derechos humanos en sus comunidades y países y planificar juntos estrategias e intervenciones localmente pertinentes.
Con el aprendizaje mixto, los/as jóvenes activistas desarrollan su capacidad de analizar contextos y elaborar acciones para conseguir cambios locales más allá de los cursos online, mediante talleres y cursos presenciales. El tiempo que pasan juntos, diseñan proyectos enfocados a la acción en sus comunidades y reciben comentarios y apoyo de los demás.
Una participante, MK, afirma que “fue una experiencia de aprendizaje alucinante”, y añade: “debo aprender de cada uno de vosotros [los demás participantes] cosas que aprovecharé el resto de mi vida: profesionalidad, puntualidad, escuchar activamente, preocuparse por otras personas, compartir […]”. Sobre la formación mixta, dice: “He participado en muchas actividades nacionales e internacionales con Amnistía, pero esta fue diferente y asombrosamente fructífera”.
En Líbano pueden verse algunos ejemplos recientes de estos programas mixtos para jóvenes activistas. En 2018, jóvenes de Noruega y la región de Oriente Medio y Norte de África se reunieron con el fin de organizar un Laboratorio EDH para debatir sobre la libertad de expresión. El resultado fue un exitoso laboratorio de una semana de duración en el que jóvenes de muchos países pusieron en común sus experiencias, creencias e ideas y se juntaron para crear sus propios planes de acción.
Además, antiguos/as participantes han organizado proyectos y actos con diferentes metas de derechos humanos. Jóvenes activistas de Líbano organizaron una noche de contar historias, en la que trabajadoras domésticas migrantes se sinceraron sobre sus experiencias con el sistema de kafala. La meta del evento era sensibilizar sobre su situación amplificando sus voces en un espacio seguro.
El mismo grupo de activistas —en colaboración con la persona encargada de campañas sobre Líbano y el colectivo teatral Wasl— decidió utilizar el teatro en favor del cambio social. La obra, titulada “Chebbak”, denunciaba la realidad de las trabajadoras domésticas migrantes en Líbano, donde están sometidas al mencionado sistema de kafala. También invitaba a la audiencia a participar, lo que hizo que fuera una obra interactiva e interesante. Además, los/as participantes tuvieron la oportunidad de sumarse a la organización como simpatizantes “por el fin de la kafala”, nueva campaña de Amnistía Internacional que pide justicia para los trabajadores y trabajadoras migrantes en Líbano.
Maria Qossayer, participante en un programa de aprendizaje mixto, afirma sobre la formación presencial: “Me enseñó a ser eficiente elaborando un plan de acción estructurado y organizado y comprometiéndome a cumplirlo para alcanzar mi meta final”. Después de la formación, ella y su equipo están “trabajando para cambiar el discurso de la población estudiantil hacia los trabajadores y trabajadoras migrantes en Líbano”.
Jaber añade que “los/as activistas están usando técnicas más creativas y materiales artísticos” gracias a los programas mixtos.
Conseguir cambios mediante la educación en derechos humanos
La opción de un programa de aprendizaje mixto combina cursos online fácilmente accesibles con la posibilidad de talleres presenciales para quienes puedan asistir. De momento está teniendo un impacto muy positivo, dice Jaber. Ha ayudado al equipo a “diseñar e implementar programas a la medida de sus necesidades [de los estudiantes]”. Los/as estudiantes están más alegres, surgen más acciones y se logran más cambios. Jaber destaca la actitud de los/as activistas: “Si vieran su entusiasmo y el trabajo tan inspirador que están realizando”.
En cuanto al futuro, Jaber afirma: “nos encantaría poder estar sobre el terreno en Egipto con activistas que estamos formando […], lo mismo que en el golfo Pérsico, Siria y Yemen”. Son países con gobiernos severos, y llevar la educación en derechos humanos hasta ellos es una batalla continua, que estamos dispuestos a librar.