Escribe Salil Shetty, Secretario General de Amnistía Internacional
El viernes por la noche, el ministro de Información de Nigeria, Labaran Maku, denunció a través de la radio los datos obtenidos por Amnistía Internacional que, habíamos dicho, indicaban que las fuerzas de seguridad nigerianas habían sido avisadas con antelación del inminente ataque de Boko Haram contra Chibok pero no tomaron medidas al respecto. Otros representantes gubernamentales han afirmado que dudaban de "la veracidad" de las revelaciones. El ministro de Defensa las calificó de "desafortunadas e inciertas".Más tarde, sin embargo, el gobierno ha suavizado su postura. Musiliu Olatunde Obanikoro, ministro de Estado de Defensa, declaró a la CNN que "debemos investigar y asegurarnos de que llegamos a la raíz del asunto".Es lo menos que pueden hacer, porque nos ratificamos en nuestros datos. Los testimonios recopilados por Amnistía Internacional, y confirmados y corroborados a través de múltiples fuentes fidedignas, indican que varios mandos militares fueron avisados con más de cuatro horas de antelación del ataque armado contra Chibok y del ulterior secuestro de las niñas en la escuela oficial de enseñanza secundaria para niñas el 14 de abril. Amnistía Internacional ha sabido que la comandancia del ejército nigeriano en Maiduguri fue alertada del inminente ataque poco después de las siete de la tarde de ese día. Entre las siete de la tarde y las dos de la madrugada, los mandos militares de Damboa y Maiduguri, a 36 y 130 kilómetros de Chibok, respectivamente, fueron avisados en repetidas ocasiones por funcionarios de seguridad y autoridades locales.Cuando el convoy de combatientes de Boko Haram armados, a bordo de motocicletas y camiones, se dirigía hacia Chibok, fue visto por residentes de la zona, algunos de los cuales también dieron la alarma. En el poblado de Gagilam, patrullas locales de defensa civil alertaron a las autoridades, incluidos el gobernador del estado de Borno y altos mandos militares con base en Maiduguri. Un residente de esa población dijo a Amnistía Internacional que llamó a miembros de las fuerzas de seguridad para avisarles. "Hice varias llamadas más, incluso a Maiduguri. Los de las fuerzas de seguridad me prometieron que los refuerzos estaban en camino", dijo.Dos altos mandos de las fuerzas armadas nigerianas confirmaron a Amnistía Internacional que el ejército tenía conocimiento del ataque planeado antes incluso de que se recibieran las llamadas de las autoridades locales.Es evidente la necesidad ineludible de una investigación urgente, independiente y transparente. Pero la primera prioridad para las fuerzas armadas de Nigeria es lograr el rescate de las niñas.Cuando han transcurrido más de tres semanas desde el incidente, sigue sin conocerse el paradero de las niñas. Su terrible experiencia y la tensión a la que están sometidas sus familias superan todo lo imaginable. La frustración y la ira que se generan al no encontrarlas el gobierno son cada vez mayores, y estas últimas revelaciones socavarán aún más la confianza de los nigerianos en la capacidad de sus fuerzas estatales para proteger a la población y hacer respetar el Estado de derecho.Los secuestros de Chibok son indignantes, no sólo por la brutalidad que implican, sino también porque eran evitables. El hecho de que estas niñas fueran capturadas en su escuela y continúen privadas de libertad es un crimen atroz. El hecho de que las autoridades nigerianas hubieran sido avisadas con antelación de que el ataque iba a producirse y no protegieran a la población de Chibok constituye una imperdonable negligencia en el cumplimiento del deber. La responsabilidad principal de todo gobierno es proteger a su población, y el bienestar y la seguridad de los niños y niñas de una nación son primordiales.El desafío será responder de tal manera que se respeten los derechos humanos y se comience a restablecer la confianza de los nigerianos en que el Estado puede proteger a su pueblo. Desde la declaración del estado de excepción en tres estados de Nigeria hace más de un año, Amnistía Internacional ha expresado en repetidas ocasiones su grave preocupación, no sólo por los crímenes de lesa humanidad perpetrados por los insurgentes de Boko Haram, sino también por la comisión de graves violaciones de derechos humanos, incluidas ejecuciones extrajudiciales, cometidas por las fuerzas de seguridad del gobierno que llevan a cabo operaciones de contrainsurgencia.Ayer, Michelle Obama dio el insólito paso de pronunciar personalmente el discurso semanal en vídeo de su esposo para llamar la atención sobre la difícil situación de las niñas secuestradas. "En estas niñas, Barack y yo vemos a nuestras propias hijas", dijo a una audiencia nacional la víspera del Día de la Madre en Estados Unidos, y agregó que su esposo y ella están "indignados y desconsolados" por el secuestro. Unos años antes, durante una visita a Kenia, el presidente Obama resumió lo que muchas personas en Nigeria deben de sentir ahora: "Si la gente no puede confiar en que su gobierno cumpla con el cometido que justifica su existencia -protegerla y promover su bienestar común-, todo lo demás está perdido".El bienestar y la seguridad de las niñas de la escuela de Chibok es fundamental. El presidente Goodluck Jonathan debe hacer ahora cuanto esté en su poder para conseguir su regreso seguro. Pero esto no es más que el comienzo. Lo que Nigeria necesita, incluso cuando hace frente a la brutalidad y la violencia descontroladas, es un gobierno que respete los derechos humanos y el Estado de derecho para todas las personas.Nota: Este artículo de opinión se publicó originalmente en The Independent el 11 de mayo de 2014.