Activistas de Amnistía Internacional de todo el mundo van a participar en el Día Mundial contra la Pena de Muerte para exigir el fin de las ejecuciones en Bielorrusia, único país de Europa y de la antigua Unión Soviética donde todavía se llevan a cabo."Bielorrusia es el único país de Europa que alega todavía matar a personas en nombre de la justicia", ha manifestado Roseann Rife, experta de Amnistía Internacional en la cuestión de la pena de muerte.Hasta 400 personas podrían haber sido ejecutadas en Bielorrusia desde 1991, aunque la verdadera cifra no se conoce, debido al secreto existente en torno a las ejecuciones.A los condenados se les suele decir que van a ser ejecutados, de un balazo en la nuca, sólo unos momentos antes de hacerlo."La crueldad de la pena de muerte no se limita al momento de la ejecución en Bielorrusia. A las familias de las víctimas no se les informa hasta semanas o meses después de haberse llevado a cabo la ejecución, y no se les devuelve tampoco el cadáver ni se les dice siquiera dónde está enterrado", ha explicado Roseann Rife.El 23 de septiembre de 2011, la familia de un condenado a muerte, Andrei Burdyka, recibió una llamada telefónica del tribunal regional de Grodno en la que les dijeron que podían ir al registro civil a recoger su certificado de defunción.Andrei Burdyka, de 28 años, y otro hombre habían sido condenados a muerte el 14 de mayo de 2010 por el asesinato de tres personas. Se rumoreaba que ambos habían sido ejecutados hacia mediados de julio de este año. La familia del otro hombre está todavía esperando la notificación oficial de su muerte.La madre de Andrei Burdyka, Nina Semyonovna, exige saber dónde está enterrado su hijo, y ha ido a cementerios de todo Minsk en busca de la tumba.En el caso de otro condenado a muerte, Andrei Zhuk, declarado culpable de asesinato, cuando, el 19 de marzo de 2010, su madre le envió un paquete de comida, las autoridades de la prisión se lo devolvieron diciéndole que su hijo "habían sido trasladado".Le dijeron que no fuera ya a buscar a su hijo y que esperase la notificación oficial del tribunal. El 22 de marzo de 2010 por la mañana, el personal de la prisión le comunicó que Andrei Zhuk había sido ejecutado junto con otro preso.La mujer ha hablado a Amnistía Internacional de la angustia que le causa no saber dónde yace el cuerpo de su hijo. Ha explicado también que el hijo pequeño de Andrei se queda a menudo de pie, en silencio, frente al retrato de su padre. "No sé qué es lo que piensa ahora", dice.Amnistía Internacional ha informado de millares de ejecuciones llevadas a cabo en 23 países en 2010.Al final de 2010 había al menos 17.800 personas condenadas a muerte en el mundo, a la espera que los gobiernos las mataran.La pena de muerte es la forma más extrema de pena cruel, inhumana y degradante. La falta de humanidad de su aplicación se pone de manifiesto en casos de todo el mundo. Los condenados describen sus terribles condiciones de vida en la prisión, la angustia de estar esperando su ejecución, en muchos casos por haber "confesado" bajo tortura un delito que aseguran no haber cometido."Cuando se fundó Amnistía Internacional en 1961, sólo nueve países habían abolido la pena de muerte para todos los delitos y apenas se consideraba la pena capital una cuestión de derechos humanos. Cincuenta años después, la tendencia mundial a la abolición de la pena de muerte es imparable, y la lucha continúa", ha dicho Roseann Rife.