Un nuevo informe de Amnistía Internacional Estados Unidos concluye que el centro de Homestead, que alberga a personas menores de edad que viajaron solas a Estados Unidos, debe ser clausurado lo antes posible, y que estas deben ser alojadas en albergues autorizados de tamaño reducido y entregadas a personas reagrupantes adecuadas. Las condiciones ilegítimas de este centro son consecuencia directa de unas políticas del gobierno estadounidense concebidas para castigar a las personas que tratan de reconstruir su vida en lugar de para protegerlas.
El informe No Home for Children: The Homestead ‘Temporary Emergency’ Facility expone las condiciones deficientes del centro, que representa las desastrosas consecuencias de las políticas de Estados Unidos hacia las personas menores de edad que buscan protección.
“Homestead no es un hogar para menores”, dijo Denise Bell, investigadora de Amnistía Internacional Estados Unidos sobre derechos de las personas refugiadas y migrantes. “Homestead es una cadena industrial para procesar un número masivo de niños y niñas en lugar de actuar en el mejor interés estos.
Amnistía Internacional visitó el centro en dos ocasiones: en abril y en julio de 2019. A principios de abril, el centro albergaba a más de 2.100 personas de entre 13 y 17 años. En su momento álgido hubo casi 2.500 niños y niñas y, según informes, actualmente tiene algo menos de 2.000. Aunque el número de menores recluidos en el centro ha fluctuado durante el tiempo que este lleva funcionando, ningún niño o niña debe ser detenido nunca.
Muchos de los niños y niñas recluidos en Homestead sufrían persecución y violencia selectiva en Centroamérica, donde sus gobiernos no quieren o no pueden protegerlos. Hicieron un penoso viaje de miles de kilómetros hasta Estados Unidos, solos o junto a un familiar o persona adulta de confianza de quien fueron separados más tarde.
A pesar de esto, los niños y niñas de Homestead siguen recluidos en un centro en el que no reciben la atención adecuada. Durante el tiempo que permanecen detenidos en él, están en un entorno restrictivo en el que deben seguir un horario muy reglamentado y estricto, llevar tarjetas de identificación con códigos de barras que se escanean cada vez que entran y salen de un edificio, y solicitar servicios básicos por medio de un formulario. Las niñas deben cumplimentar una solicitud incluso cuando necesitan una compresa higiénica. Aunque los niños y niñas reciben servicios educativos, las clases no siguen el currículo de las escuelas públicas del condado de Miami-Dade. Muchos de ellos hablan lenguas indígenas y se enfrentan a barreras para acceder a cualquier servicio.
Según la dirección del centro, en un momento determinado, los niños y niñas de Homestead estaban allí una media de 89 días. Cuando Amnistía Internacional lo visitó en abril, los menores permanecían recluidos una media, según informes, de 52 días antes de ser entregados a una persona reagrupante o trasladados a otro centro donde continuaban detenidos. Algunos menores han intentado fugarse.
“Los niños y niñas detenidos en Homestead están asustados, solos y lejos de su casa. La inmensa mayoría tiene reagrupantes dispuestos a hacerse cargo de ellos, muchos de los cuales son progenitores y familiares”, añadió Denise Bell. “La detención prolongada e indefinida de menores de edad es una crisis que ha causado el propio gobierno. La administración decidió dificultar al máximo la libertad de estos niños y niñas al poner a los posibles reagrupantes en peligro de ser deportados debido a una política innecesaria de intercambio de información que perpetuaba la separación de familias con otro nombre y que debe ser revocada”.
El informe pide la clausura del centro de Homestead. Las personas menores de edad nunca deben ser privadas de libertad, pero si son detenidas, deben estarlo el menor tiempo posible y en el entorno menos restrictivo posible. Deben dejar de usarse centros temporales como el de Homestead y cualquier nuevo centro similar.
Amnistía pide también que se investiguen las condiciones imperantes en el centro de Homestead y en otros centros gubernamentales en los que se recluye a personas menores migrantes, así como un mayor acceso a las ONG y a los y las miembros del Congreso que deseen ver personalmente Homestead y otros centros de detención de menores.
“El centro de Homestead, en Florida, debe ser clausurado lo antes posible y los niños y niñas deben ser trasladados a albergues autorizados de tamaño reducido y entregados a personas reagrupantes adecuadas. La detención injustificada de menores que sufrieron una violencia terrible y la persecución en su país de origen solo para ser recluidos en Estados Unidos empaña el historial estadounidense en materia de derechos humanos. Los niños y niñas que vienen a Estados Unidos deben ser tratados como cualquier otro niño o niña y recibir nuestros cuidados, no nuestro desprecio”, concluyó Denise Bell.