Con el cierre efectivo de su frontera a los refugiados y la recepción de quienes huyen del conflicto y la persecución con alambre de cuchillas, tropas y nuevas leyes draconianas, Hungría está mostrando la cara desagradable de la caótica respuesta de Europa a la creciente crisis de refugiados, ha declarado hoy Amnistía Internacional.La organización ha desplegado a un equipo de investigadores a la frontera entre Hungría y Serbia, donde decenas de soldados, policías antidisturbios, perros y helicópteros patrullan una valla de alambre de cuchillas recién terminada. Según las nuevas leyes que entran hoy en vigor, las personas refugiadas que intenten entrar podrían ser encarceladas hasta tres años."Para las personas refugiadas que huyen de aterradoras zonas de conflicto, encontrarse con una muestra tan intimidatoria de fuerza militarizada es estremecedor, y una respuesta tristemente irresponsable a unas personas ya traumatizadas por la guerra y la brutalidad", ha afirmado Gauri van Gulik, directora adjunta para Europa de Amnistía Internacional. "Mientras se prevé que miles de personas más se dirijan a Hungría, esta mentalidad de 'izar el puente levadizo' sólo servirá para desviar unos viajes desesperados y peligrosos, pero no acabará con ellos."Con la frontera ya casi totalmente sellada, el equipo de investigación de Amnistía Internacional ha visto a cientos de refugiados dirigiéndose a un puesto fronterizo cerrado en la creencia errónea de que estaba abierto. También vio a un grupo de hombres jóvenes procedentes de Siria examinar desesperadamente la valla para ver si podían atravesarla de algún modo."Las vallas y las leyes draconianas no son una solución. Estamos hablando de personas que tratan de alcanzar la seguridad. La única solución es que Hungría y la UE comiencen a cumplir sus obligaciones internacionales, muestren solidaridad y garanticen que los solicitantes de asilo tienen un acceso ordenado al territorio y a procedimientos de concesión de asilo", añadió Gauri van Gulik."Mientras la UE parece paralizada, incapaz de encontrar soluciones urgentes y sostenibles, Hungría se limita a seguir yendo en la dirección equivocada."Se han creado nuevas zonas de tránsito a lo largo de la frontera con Serbia, donde se inscribirá y retendrá a los refugiados, pero según las nuevas leyes, estas zonas no se consideran territorio húngaro.La detención de personas refugiadas y migrantes siempre debe ser una medida de último recurso. Amnistía Internacional se opone a la criminalización de estas personas por la entrada o salida irregular de un país, pues es una medida de control de fronteras desproporcionada. La entrada irregular debería tratarse como una infracción administrativa.Dado que Hungría considera que Serbia es un tercer país seguro de tránsito, Amnistía Internacional teme que se denegarán inmediatamente las solicitudes de asilo de la mayoría de las personas refugiadas detenidas en estas zonas de tránsito. La organización teme también que, en lugar de evaluar individualmente cada solicitud, se evalúe a los solicitantes y se los devuelva a Serbia en masa.Las personas a quienes se deniegue la solicitud de asilo tienen derecho a una revisión judicial, pero han de apelar en el plazo de tres días. A Amnistía Internacional le preocupan este plazo tan sumamente reducido y el acceso a asistencia letrada gratuita en las zonas de tránsito cerradas.Las nuevas leyes también castigan con penas de entre uno y cinco años de prisión a todos aquellos que ayuden a personas migrantes o refugiadas a cruzar la frontera.