El terrible asesinato del apu Quinto Inuma Alvarado, líder de la Comunidad Nativa Santa Rosillo de Yanayacu en la Región San Martín, el día 29 de noviembre del 2023, suma una nueva víctima de la violencia desatada en la amazonía peruana. El Apu Quinto dedicó su vida a la protección de su territorio y del bosque Amazónico, para salvaguardar el futuro de su pueblo. Fue asesinado mientras regresaba de un encuentro de defensores ambientales, donde volvió a presentar la situación actual de amenazas a su comunidad de parte de los actores de siempre: traficantes de tierras, narcotraficantes y taladores ilegales.
Este último asesinato de un defensor ambiental coincide con el comienzo de la COP en Dubai, donde se discute la urgente acción frente a la crisis clímatica, que nos afecta directamente con temperaturas cada vez más elevadas y fenómenos naturales que amenazan la continuidad de la vida en nuestro planeta. Preservar la Amazonía de los impactos del extractivismo corporativo y las economías ilegales es una de las acciones indispensables para lidiar con la crisis que se avecina. Sin embargo, la amazonía se ha convertido en el lugar más peligroso en el mundo para los defensores ambientales, debido al poder creciente de actores criminales que van controlando cada vez más esta parte del territorio nacional.
Ya son 31 defensores indígenas asesinados desde el año 2013 en el Perú, según cifras de Aidesep. Las medidas tomadas hasta la fecha de parte del Estado peruano y la cooperación internacional, no están logrando disminuir, ni los atentados, ni el ritmo de invasiones de las actividades ilegales en los territorios indígenas. Además, en los últimos meses, hemos registrado una intensificación de llamadas intimidatorias y incidentes de seguimiento a defensores y defensoras involucradas en casos emblemáticos de búsqueda de justicia que se encuentran en la misma situación, viviendo en condiciones de riesgo; y miles de personas indígenas cuyas comunidades han sido invadidas, cercadas o cooptadas. En ninguno de los casos anteriores se han logrado implementar medidas de seguridad adecuadas y sostenidas en el tiempo.
Los mecanismos de investigación y juidicialización de los crímenes contra los defensores ambientales son limitados, causando que ningún caso de asesinato ha encontrado justicia efectiva. En estos mismo días, casi una década después del asesinato de Edwin Chota y otros 3 líderes de la Comunidad de Saweto, sus deudos siguen buscando justicia, en un proceso judicial que ha tenido que reiniciarse desde cero, debido entre otras cosas a la inoperancia sospechosa de los fiscales a cargo del caso. Similar situación ocurrió con Arbildo Melendez, cuyo asesino confeso fue condenado sólo por “homicidio culposo” con el aval del fiscal a cargo del caso en su momento.
Desde hace dos años, existe en el país un Mecanismo Intersectorial para la Protección de Defensores de Derechos Humanos, creado con el Decreto Supremo 004-2021-JUS. En el diseño de este Mecanismo se asignan responsabilidades a nueve entidades estatales. De cumplirse diligentemente, podría significar un avance significativo en cuanto a prevención, identificación de causas de los principales riesgos, protección urgente de individuos y comunidades en riesgo y lucha contra la impunidad.
No obstante, nada de esto se ha cumplido, frente al asesinato del apu Inuma, tenemos hoy el sentido pésame de cuatro ministerios miembros del Mecanismo que ofrecen “seguir trabajando juntos”. Lo real es que el Estado no ha asignado los recursos necesarios para que este ente multisectorial cumpla sus objetivos y que el Ministerio del Interior no ha cumplido con sus obligaciones de co-liderar el Mecanismo, ni siquiera lo ha asumido como una prioridad de su sector. Además, en el caso concreto de la comunidad de Santa Rosillo, los millones de dólares recaudados mediante la venta de bonos de carbono para financiar el Parque Nacional Cordillera Azul que se superpone con su territorio ancestral, no han sido destinados a financiar medidas de protección para los defensores ambientales del pueblo kichwa, quienes como Quinto, son los que realmente arriesgan sus vidas por la conservación de sus bosques.
El asesinato del Apu Quinto no puede quedar como “otro caso mas” que genera indignación y luego se olvida. Por lo contrario toca asumir y declarar que la Amazonía está en emergencia, para convertir la protección de los defensores y defensoras, y los territorios de vida que defienden, una prioridad nacional e internacional. Para proteger la vida de los defensores y defensoras amenazadas se requieren acciones de corto plazo y una estrategia más de fondo, para que las medidas anunciadas dejen la virtualidad y se traduzcan en acciones concretas para el Ministerio del Interior y todos los actores involucrados.
Como medidas inmediatas exigimos: