La violencia y los abusos contra las mujeres en Internet se han convertido en algo muy corriente. Y más aún si eres mujer y perteneces a una minoría racial, étnica o religiosa; tienes alguna discapacidad; eres lesbiana, bisexual o trans, o presentas varias de estas características a la vez. En general, este tipo de violencia y abusos online crean un entorno hostil con objeto de avergonzar, intimida o degradar a las mujeres. No en todos los casos son delitos, pero siempre afectan a los derechos humanos de las mujeres. En un reciente sondeo de opinión realizado por Ipsos MORI en ocho países por encargo de Amnistía Internacional, el 23% de las mujeres encuestadas en todos los países, es decir, casi la cuarta parte, habían sufrido abusos o acoso en Internet. ¿Cuáles son, entonces, los distintos tipos de abusos online? ¿Y qué es, pues, el doxxing? Sigue leyendo y lo descubrirás
Con las múltiples formas distintas que adoptan, la violencia y los abusos contra las mujeres online son una extensión de la violencia y los abusos que sufren fuera de Internet. Pueden consistir en amenazas directas o indirectas de violencia, que puede ser física o sexual, por ejemplo. De las mujeres encuestadas que dijeron haber sufrido abusos o acoso en Internet, el 26% afirmaron que las había amenazado directa o indirectamente con violencia física o sexual. En algunos casos, estas amenazas pueden también manifestarse rápidamente fuera de Internet. Pamela Merritt, activista estadounidense y bloguera en AngryBlackBitch.com, ha recibido centenares de amenazas online: “Básicamente, me he hecho a la idea de estar dispuesta a morir por el trabajo que hago. Es algo que podría ocurrir. Si tienes 200 amenazas de muerte, ya sólo falta que alguien quiera matarte realmente.”
El contenido sexista, racista, homófobo o de tipo similar incide en la identidad de la persona, al igual que el material que tiene por objeto menospreciar, humillar o denigrar a alguien. La parlamentaria británica Diane Abbott explica así cómo los abusos que sufre inciden no sólo en su género, sino también en su raza: “La gente nos manda centenares de mensajes de correo electrónico con la palabra negrata”Š—”Šasí son las repuestas que recibimos—. Son de carácter sumamente racial, y también sexista … hablan de mi aspecto físico de una manera en la que no hablarían de un hombre. Sufro abusos como mujer dedicada a la política y sufro abusos como mujer negra dedicada a la política.”
Consiste en que una o varias personas que actúan juntas atacan reiteradamente a una mujer con comentarios o imágenes abusivos durante un breve periodo o un tiempo coordinado con el fin de humillarla o causarle angustia. Seyi Akiwowo, política británica y fundadora de Glitch! UK,campaña contra los abusos online, describe así los ataques que recibió en Internet tras hacerse viral un vídeo de su discurso en el Parlamento Europeo: “hubo montones y montones de [...] comentarios e insultos racistas, sexistas y llenos de odio.” Posteriormente descubrió que su vídeo estaba publicado en un sitio neonazi. “Estaba en un sitio web neonazi, a cuyos seguidores se animaba a lincharme en Youtube y Twitter.”
El doxxing (o doxing, de dox, término derivado de la abreviatura inglesa de documentos, docs) consiste en revelar en Internet datos o documentos personales o de la identidad de la mujer sin su consentimiento. Pueden ser información personal como su dirección, los hombres de sus hijos e hijas, el número de teléfono o la dirección de correo electrónico. El doxxing, que es una violación de la privacidad de la persona, tiene por objeto causarle angustia, pánico o alarma. De las mujeres entrevistadas que habían sufrido abusos o acoso online, el 17% dijeron que se habían revelado sus datos personales en Internet de este modo. El caso de Pamela Merritt muestra lo peligrosa que puede ser la publicación de información privada: “Hubo un incidente en el que recibí un mensaje de correo electrónico del FBI. Querían hablar conmigo de una actividad relacionada con mi blog. Había un supremacista blanco que estaba intentando activamente averiguar dónde vivía yo. Eso eran ya palabras mayores.”
Realizado a menudo por una expareja con objeto de causar angustia, humillar o chantajear a la persona, este acto se conoce a veces como “pornovenganza”. Se trata, no obstante, de un término cargado de connotaciones y poco satisfactorio, que no refleja el hecho de que compartir este tipo de contenido viola el derecho de la persona a la privacidad. Aunque una mujer haya accedido inicialmente a que se tomen imágenes y las haya compartido voluntariamente con alguien, puede no haber dado a esa persona permiso para que las comparta a su vez con otras. Es el aspecto de la falta de consentimiento de la “pornovenganza” lo que la distingue, en parte, del contenido sexualmente explícito de Internet en general. En Estados Unidos, el 10% de las mujeres encuestadas que habían sufrido abusos o acoso online dijeron que habían sido víctimas de este tipo de abuso.
A veces la persona o personas responsables de las actividades que acabamos de describir. Aunque en algunos casos la mujer conozca a las personas que están detrás de los abusos, en otros éstos con obra de completos desconocidos. De las mujeres entrevistadas que aseguraron haber sufrido abusos o acoso en Internet, el 59% dijeron que los responsables eran completos desconocidos, mientras que sel 15% dijeron que el autor de los abusos era su pareja o una pareja que habían tenido. Los troles de Internet no son seres fantásticos que viven debajo de puentes, sino personas corrientes que publican deliberadamente comentarios abusivos, a veces con la intención expresa de causar alarma, angustia o humillación y de presionar a las mujeres fuera de Internet. A veces, los troles lanzan ataques coordinados y selectivos contra personas en Internet, utilizando cualquiera de las formas de violencia y abusos que acabamos de describir o todas ellas.